La monarquía de los Tudor, perteneciente de Inglaterra, a finales del siglo XVI tenía intereses parecidos con los burgueses urbanos y los pequeños terratenientes y nobles. Esta unión se debilitó cuando Isabel l murió y la nueva dinastía de los Estuardo decidió limitar el comercio, con los desacuerdos que vinieron después, subieron los impuestos y se impusieron nuevas tasas impositivas que revolucionaron a la burguesía.
La división entre el Parlamento y la monarquía por los impuestos era importante, el estado de desacuerdo fue generalizado, tras dos Guerras Civiles que enfrentaron a parlamentarios y realistas. En 1649 Carlos I sería acusado de alta traición y poco después decapitado. Tras la República de Cromwell, se renueva la monarquía bajo la figura de Carlos II, con la condición de que el rey aceptara que la competencia a la hora de aprobar impuestos y elaborar leyes era exclusividad del Parlamento
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